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Noviembre-Diciembre 2006
jueves, 02 de noviembre de 2006

Sin ir más lejos

Plaza Mayor. OcañaA veces, los mejores viajes son aquéllos en los que tenemos tiempo para pisar el terreno, saborear la gastronomía de la zona, conocer su historia y perder las horas. Por eso hoy nos vamos sólo a dos localidades toledanas: Santa Cruz de la Zarca y Ocaña. Lo merecen, veréis porqué.

Santa Cruz de la Zarza está en la carretera que une Ocaña con Tarancón, a unos 16 km de este último municipio. Su nombre proviene de la época de los árabes y según cuenta la leyenda una cruz apareció intacta en medio de unas zarzas que estaban ardiendo, empezándose a llamar el lugar Santa Cruz entre Zarzas.
Para alojaros qué mejor que La Casa Rural Cuatro de Oros, desde donde podréis descubrir casas señoriales que dotan de identidad al municipio, como la de los Diez Hidalgos, la de los Señores de Azor, la Casa Chacón, la Casa del Gallo o la Casa de las Cadenas, que lucen sus escudos señoriales en sus fachadas. También hay que ver la iglesia de San Miguel Arcángel, el ex convento de Trinitarios o las ermitas de San Pedro y Nuestra Señora de Villar. Y como colofón lo mejor será visitar el Museo Etnológico, en cuya primera planta se exponen fotografías de cursos escolares, maestros, libros de texto, juguetes de la época y curiosidades en torno a la enseñanza de aquellos años. En la segunda planta se muestran aperos de labranza: yugos, trillas, arados… También hay un archivo fotográfico, documental y de material de los pueblos, desde programas de festejos, carteles de actos y acontecimientos, libros, etc.
 En la comarca descubrimos Ocaña, que es hoy un bello conjunto monumental, cuyos orígenes están en el periodo prehistórico del Paleolítico medio-superior. Lo primero será buscar cobijo en el Hotel Los Hermanos, desde el que empezar la aventura de recorrer esta villa que ha sido testigo de una historia de amor histórica, pues en Ocaña fue recluida Isabel la Católica mientras su padre, Juan II de Castilla, arreglaba su matrimonio con Alfonso V de Portugal. Sin embargo, el elegido de Isabel era Fernando II de Aragón, así que con la ayuda de dos caballeros ocañenses Isabel huyó a Valladolid, donde se casó con Fernando.
Hoy Ocaña, muestra a sus visitantes su historia en sus monumentos, empezando por su Plaza Mayor, de trazado medieval y estilo neoclásico, y continuando por los conventos de Santa Catalina de Sena y de San José, donde está enterrado Alonso de Ercilla, autor de La Araucana; en el paseo por sus calles, donde se puede parar a ver la Fuente Grande, construida por Juan de Herrera y declarada Monumento Nacional; o el Palacio de D. Gutierre Cárdenas, también Monumento Nacional, entre otros muchos que habréis de encontrar vosotros.
Si lo que os gusta es la literatura, Ocaña fue el escenario elegido por Lope de Vega para su Peribáñez y el Comendador de Ocaña y por Calderón de la Barca para su obra Casa de dos puertas mala es de guardar.
No te puedes perder
En Ocaña, hay que degustar vino en botijo acompañado por unos tacos del más sabroso queso, y comer en Casa Carmelo, que se encuentra en el casco histórico, en una casa restaurada del siglo XVI. En él se pueden disfrutar las comidas típicas manchegas, así como carnes rojas y de caza. También se merece una visita a la Cueva Bodega de la Casa.